26 abril 2007

Embolicado

Las mismas cosas que nos hacen felices, que nos ayudan a vivir, que llenan de luz nuestros ojos y nos acarician las entrañas son las cosas que nos hacen sufrir. El mundo es así. Y está bien hecho. Ayer se murió Dana, la gatica de Blanca. La enterré antes de que los niños se despertaran. Ellos llevaron durante todo el día el peso del dolor inexplicable. José Luis me decía que no volviera a tener gato, que con los animales siempre pasa lo mismo: te encariñas de ellos y te quedas fatal cuando se mueren. Es verdad. Cuando las cosas nos duelen estamos tentados de no volver a querer a nadie, de no entregarnos, de no dejarnos seducir por nada. Evitaríamos así el dolor de la separación y de las decepciones, pero también nos perderíamos el calor de los días, la ilusión y el tiempo en el que parecíamos felices. A mí me duelen tanto las lágrimas de Guillermo como me consolaba su risa entregada y transparente cuando jugaba con el animalico. Por eso mientras escribo estoy esperando que Alina nos traiga otro gato. Quizá cuando Guillermo y Blanca se despierten se encuentren con esta sorpresa. Y en unos minutos les parecerá el mejor gato del mundo. Volveremos a empezar. Siempre, pase lo que pase, podemos volver a empezar.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Querido Victor, en esta ocasión difiero en parte de tu opinión. En lo personal, el día que se muera mi perrito no volvería a tener otro, lo sentiría tanto que por nada volvería a pasar por lo mismo, aunque comprendo que en los niños es totalmente diferente.

En lo que estoy totalmente de acuerdo es en que siempre se vuelve a empezar, es la magia de la vida. Sin embargo, las pérdidas hacen que se vuelva a empezar de manera diferente, quizá con temor de volver a sufrir. Pero creo que esto sucede cuando se es adulto, cuando se es niño el mundo se ve diferente y un nuevo gatito llenará esos corazoncitos que ahora estarán tristes. Enhorabuena por ese animalito que llegará a dar y recibir afecto.

Fernando dijo...

A veces no es comprensible el amor que se llega a coger a las mascotas...pero me parece tan tierno sobre todo en los niños que tampoco lo quiero entender..un abrazo

Anónimo dijo...

Yo estoy de acuerdo en que siempre podemos volver a empezar. No sé por qué. Más que pensarlo, lo siento. También estoy de acuerdo con Magda en que ese nuevo punto de partida es desde un lugar un poco diferente. Pero no importa: la vida va avanzando a través de lugares que se transforman. Esa es la realidad.
¿Ya llegó el nuevo gatito? Sed muy felices con él.

Anónimo dijo...

No merece la pena vender el amor presente por evitar el dolor de un previsible desamor en el futuro. Venga de donde venga.