30 diciembre 2009

apurando el año

Estoy desbravando el ordenador nuevo, instalando programas, intentando recuperar el listado de direcciones, los correos de los últimos días... Al final todo se arreglará.

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Esta tarde Blanca y sus bandoleros tienen concierto en el Centro Cívico Romareda

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Ya tengo ganas de que llegue el sábado para ver Nayim en La Romareda.

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Pep Guardiola, el grande, no tenía mucha más experiencia como entrenador. Llegó al Barça desde el segundo equipo, tal y como ha ocurrido con José Aurelio Gay. Como no vendo periódicos creo que Gay puede ser nuestro hombre del sextete. Al tiempo.

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Quizá ha llegado el momento de dar un golpe de timón en mi vida: voy a aprender a tocar el trombón, de varas, pero trombón.

29 diciembre 2009

En tránsito

he decidido cambiar de ordenador. Mañana me darán el nuevo, el antiguo lo compré el 21 de enero de 2004. En la tienda me han dicho que podían intentar restaurar en el nuevo aparato la configuración de programas del antiguo o que podían empezar de cero. La opción empezar de cero, sin lastres, sin errores, me ha parecido la más conveniente. Perderé algunas cosas. Perderé sólo lo que es necesario perder. Y empezaré de nuevo. de cero

28 diciembre 2009

Somos

Somos del Zaragoza. Me gusta ver la plaza del Pilar llena de gente, con las caras pintadas de blanco y azul y que miles de bufandas bailen con el viento cada vez que el Real Zaragoza conquista un título. Es hermoso reunirse para celebrar los éxitos, pero hay que saber estar juntos, sobre todo, en las dificultades y en el fracaso. Hay que ser contra viento y marea. Hay que estar cuando todo va mal. Nosotros somos del Zaragoza presida quien presida este club, cometa quien cometa los errores, entrene quien entrene. No echamos de menos a Zalba ni a Solans ni a Marcelino ni a Víctor Muñoz ni a Negredo. Nosotros estamos con José Aurelio Gay y con Raúl Goni. Y mañana estaremos con quien defienda la camiseta del Real Zaragoza. No tenemos tiempo para el derrotismo.

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Que Antón Castro me envíe desde hace 10 años un cuento para felicitarme la navidad es un cuento maravilloso

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Pronto será otra vez otoño, pero antes, en abril, presentaremos el número 1 de

«Aragón Educa. Revista del Museo Pedagógico de Aragón»

un proyecto en el que llevo trabajando ocho meses

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Las mujeres de mañana (Huesca, 1927) de Casilda Manzana, el número 16 de la colección

Publicaciones del Museo Pedagógico de Aragón

24 diciembre 2009

Felicidad

Tengo la inmensa fortuna de guardar recuerdos de mi infancia. Recuerdo los rostros y las voces de las personas que amé, recuerdo cada una de mis primeras conquistas -el día que fui capaz de controlar el miedo al subir las escaleras de casa a oscuras, el día que me dejaron manejar la estral para hacer astillas, el día que me quedé en la mesa mientras los mayores tomaban café y coñac, el día que compré Viaje al centro de la Tierra con el dinero que había ahorrado durante meses...

Me recuerdo mirando el mundo, escuchando a mis padres y a mis abuelos. Fui un niño feliz de esa felicidad regalada, de esa felicidad que los demás preparaban para mí.

Hagan de su felicidad y de la felicidad de las personas a quienes quieren la razón de sus vidas.

Lotería

No me tocó la lotería. Ni siquiera esas devoluciones que luego no voy a cobrar porque la sucursal en la que se han depositado los décimos está en eso que ahora se llama «la ciudad no consolidada». Además son participaciones de tres o cuatro euros que compré para apoyar causas nobles o decididamente perdidas.

No me tocó nada. No me parece mal. No es bueno tenerlo todo.

23 diciembre 2009

Mañanitas de gol de Nayim

A veces, mientras me levanto de la cama, justo antes de comenzar a enmoquetarme el alma, como diría Fernando Sanmartín, siento que tengo algo importante que hacer, que va a pasar algo, que he de estar atento para no perderme nada. Hoy es uno de esos días. Y no tiene que ver, desgraciadamente, con el sorteo de la lotería.

Es la felicidad, sin más, que me sorprende en cualquier instante.

12 diciembre 2009

Para siempre

Si dios quisiera que yo fuera realmente feliz, al elegirme para nacer de entre todas las almicas sin alma que vagaban por las almendreras celestiales esperando que el creador les asignara una madre, en ese justo instante, también me hubiera hecho del Barça. Pero no fue así. El altísimo me miró y dijo:

- Maño, serás para siempre del Zaragoza.

Recuerdo perfectamente que, antes de despedirse de mí, volvió a mirarme otra vez y prometió:

- Para compensar esta carga de tardes de domingo de tristeza y de lunes de mala hostia, serás amigo de Pepe Melero. Así lo dispongo -concluyó- y así será.

Y el buen dios, sin saberlo, me hizo feliz para siempre.

09 diciembre 2009

La conciencia destruida

Víctor Pardo presenta Tiempo destruido, un libro hijo de miles de lecturas, de incontables horas de investigación en archivos y hemerotecas, de centenares de entrevistas con personas que conocieron a los protagonistas de siete historias de la Guerra Civil y de la infame posguerra recogidas en este libro y que nos devuelven la evidencia de que un régimen injusto sólo genera injusticia, destruye cualquier código ético y corrompe la conciencia.

No se trata de historias sucedidas en el fragor de la batalla. Víctor Pardo narra magistralmente las consecuencias de odios reposados al reconstruir asesinatos cometidos impunemente por gentes de orden. Y junto a los crímenes, el autor de Tiempo destruido describe minuciosamente la justificación de asesinatos, robos, humillaciones sin cuento de personas que fueron víctimas de quienes se instalaron en el discurso de «lo que nos han obligado a hacer». Matar, asesinar, exterminar era un deber para quienes habían ganado la guerra y tenían un caudillo por la gracia de dios. Pablo Uriel cuenta en No se fusila en domingo que ante la contemplación de más de un centenar de cadáveres de personas que habían sido fusiladas una de las últimas noches de julio de 1936 en Zaragoza, una mujer exclamó: «¡Cuánta gente mala hay por el mundo!»

No hay ni rastro de grandeza en la historia de los asesinatos reunidos en Tiempo destruido. Los verdugos mataron para no tener que satisfacer deudas, para no dar cuenta de saqueos, para quedarse con unas tierras, para calmar antiguas rencillas, por odio. Sin más.

Víctor Pardo es una de las personas más valientes que conozco. Es un escritor empeñado en poner palabras donde sólo ha habido silencio, un historiador empeñado en escribir los nombres de las víctimas y en el sus verdugos y en Tiempo destruido ha conseguido su propósito.

Tiempo destruido es un libro necesario, un libro que adecenta la sociedad española actual al retratar sin máscaras la época más miserable de un país tantas veces miserable.

06 diciembre 2009

Nunca estarás sola

Desde que la miré por primera vez, supe que nada me iba a hacer tan feliz como su felicidad. Pronto cumplirá quince años. No sé donde se me han metido cada uno de esos cuatro mil y pico días. No sabría decir qué he hecho con el tiempo. Pero tengo la certeza de que lo más importante ha sido acompañarla.

Blanca toca la flauta travesera en la Banda de Música de Miralbueno. Y sé que es feliz cada jueves cuando con Víctor Aparicio, su profesor, solfea ritmos que a mí sólo me recuerdan la tabla de multiplicar. Y sé que espera el ensayo de los viernes por la tarde para sumergirse en un universo de bromas, esfuerzo, trabajo compartido, risas, superación, historias personales, repeticiones, comprensión, colaboración... Me gusta la música, pero me gusta más el mundo que Blanca descubre en la banda de Miralbueno.

Blanca participó en el VII encuentro de Jóvenes Músicos en Albarracín, una iniciativa del Instituto Aragonés de la Juventud. Allí estuvieron medio centenar de chicos y chicas entre los doce y los veinte años. Prepararon un concierto, grabaron un disco, lo estrenaron en el auditorio de Albarracín y hoy ofrecerán ese concierto en el Auditorio de Zaragoza, uno de los mejores auditorios del mundo.

Blanca hace el solo de pícolo inicial en Los viajes de Gullivert de Bert Appermont. Silencio -siempre el silencio-, Un-dos, un-dos, el nudo en la garganta, el temblor en la barbilla, un-dos, un-dos, silencio. En levare todos toman aire. El director da la entrada. Compases para el flautín, entra la percusión, entran los clarinetes y entra la banda.

La felicidad existe. No le den más vueltas

03 diciembre 2009

Los cuentos de José Luis Melero

Cuando leo los textos que José Luis Melero ha reunido en La vida de los libros vuelvo a sonreír con la misma sonrisa que me despertaron la primera vez que los leí en «Artes&Letras», el suplemento literario que dirige para Heraldo de Aragón Antón Castro, el culpable de la existencia de este libro. Recuerdo haber leído estos cuentos de Melero como si se tratase de un apresurado encuentro entre amantes furtivos: los he leído en el coche, los he leído de pie en el museo antes de salir hacia la escuela de magisterio para dar mis clases, los he leído en voz alta en casa para que Virginia y los chicos sepan con quién se la juegan cuando Pepe nos visita. Los he leído asombrado, como leía «La ciudad de las gaviotas» de Mariano Gistaín.

Es casi imposible reunir cada semana mil ochocientos o mil novecientos caracteres –como hace Melero desde junio de 2006– para componer un billete cargado de sabiduría, pasión, ternura, humor y erudición. Pepe nos cuenta maravillosas anécdotas que sólo un lector atento y delicado es capaz de descubrir, valorar y recordar. Además de un avezado lector hay que ser generoso para querer contar aquello que ha costado miles de horas descubrir y compartirlo con lectores anónimos a quienes Pepe seduce con palabras para convertirlos de inmediato en sus cómplices.

Pepe Melero confiesa haber sido feliz leyendo estos libros (y otros). No me resisto a contarles lo que nos ocurrió en el Centro Aragonés de Barcelona un día de marzo de 2007 cuando presentamos Los libros de la guerra. Yo expliqué que el libro de Pepe repasaba 128 libros sobre la guerra civil. Tras la presentación, Cruz Barrio había preparado un vino aragonés y en aquel momento un señor se acercó para decirme:

–Si es verdad que su amigo se ha leído 128 libros, buena tendrá la cabeza…

Y tenía razón aquel hombre a quien le bastó decir, por toda presentación, que era de Tramacastilla.

José Luis Melero ha sido feliz escribiendo estos textos –y otros–. Y ahora nosotros somos felices leyendo demoradamente estos cuentos de Melero gracias al editor de xordica, que ha tenido el acierto de reunirlos en un hermoso volumen abrazado con una cubierta de Jorge Gay.

Acudan el viernes a la presentación de La vida de los libros en la librería Los portadores de sueños. Procúrense una primera de Melero y que les firme el ejemplar con su escritura de aplicado calígrafo. Disfrutarán leyendo.