03 noviembre 2006

Religiones

Quede claro que yo nunca escribo sobre la facultad de ciencias humanas y de la educación (campus de Huesca) ni sobre las personas que allí trabajan. Voy a escribir sobre religiones, obispos, universidad (tampoco me referiré necesariamente a la de Zaragoza, que me alimenta y a la que procuro servir lo mejor que sé y por eso mismo, por mi compromiso con la Universidad de Zaragoza, he decidido poner por escrito algunas de mis ideas en lugar de estar paseando con mis perros mientras fuera, en el mundo real amanece el otoño). Antes de aventurarse a leer, el lector debe saber que del mismo modo que acepto lo de Su Graciosa Majestad, no voy a cuestionar los conceptos de Santa Sede y Estado Español. También debe quedar claro que respeto a Pilar González y que estoy radicalmente en contra de que la cesen para nombrar a otro, aunque sea "por la gracia de dios" o, quizá, precisamente por eso.
Después de leer la noticia de la manifestación que se celebró ayer en Huesca, y dejando claro desde donde escribo, creo que la gran reivindicación que hemos de plantearnos como ciudadanos, como estudiantes y como profesores es que no haya religión (ni católica, ni ninguna otra, por supuesto) en las escuelas ni en la Universidad. Imagino la extrañeza de los honrados ciudadanos cuando lean que los obispos españoles tienen la potestad de nombrar a un profesor para que imparta clase en un centro universitario. Supongo que nadie entenderá que en el siglo XXI entre el plan de estudios que cursan algunos estudiantes de la carrera de maestro se cuenten asignaturas como "Teología de la Revelación, Pedagogía y Didáctica de la Religión católica y Religión y Cultura". Y no sirve decir que son asignaturas no obligatorias (hasta ahí podríamos llegar). Supongo que nadie entenderá que a los estudiantes de la titulación maestro matriculados en estas asignaturas les den un título adherido al de maestro "te dan un certificado al acabar el año que se necesita si quieres entrar a dar clases en un colegio concertado o privado" -según explicaron algunos de los manifestantes al periodista de Heraldo de Aragón-. Hay que sacar la religión de la escuela (y de la universidad). Hemos de normalizar la vida pública, distinguir lo que son asuntos privados, asuntos relacionados con el derecho individual de las cuestiones que son de todos. En la Constitución Española se consagra la aconfesionalidad del Estado, etc. Nuestra Constitución ha de estar por encima de los acuerdillos entre el Estado Español y la Santa Sede.
Si esto hubiera pasado en tiempo de Evaristo Viñuales y de Paco Ponzán... Si se enteraran de que aún hay obispos como Ureña...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

y que razón tienes Víctor! estoy completamente de acuerdo contigo. A mi esta mujer no sé si me cae bien o mal xk no la conozco, reconozco que es una vergüenza la actuación del Obispado, pero después de estar en la puerta de la facultad decidí marchar a clase, pues sinceramente no creo que ese acto haya servido para que cambie de opinión el obispo... y además lo que realmente me hubiera gustado decir, gritar y aclamar, es que se quite de una vez la religión de la enseñanza!!! pero como eso es tan difícil y no era la ocasión, pues opté por ausentarme.

Un saludo.

Anónimo dijo...

Pero ¿acaso espera alguien una actitud diferente del obispado?¿de cualquier obispado?.
Jamás lograré entender como a estas alturas tenemos que seguir rindiéndonos a esa cuadrilla; me revuelve las tripas.
¿Lo de Ureña?, calla, calla, que igual hacen colectas también en las escuelas para pagarle la multa de Tauste.
¡Enfin, lo voy a dejar que se me revuelve el bicho!