23 noviembre 2013

La Fuente de los incrédulos


«Al llegar a la Fuente de los Incrédulos contemplaron el reflejo de la luna en el agua. Aunque ya la conocía, María dejó que Miguel le contara la historia de aquella fuente. Procuró mostrarse sorprendida e interesada cuando Miguel relataba cómo Ramón Pignatelli quiso dedicar esa fuente a quienes no creyeron en su sueño de construir un canal que regaría gran parte de la huerta zaragozana, un canal que traería el agua que se bebería en Zaragoza. Cuando en 1784 el agua llegó a la ciudad surcando el cauce del Canal Imperial de Aragón, Pignatelli mandó construir aquella fuente de dos gruesos caños. Para coronar su demostración de erudición, rozando el límite de la pedantería, Miguel leyó la inscripción latina:

INCREDVLORVM CONVICTIONI
ET VIATORVM COMMODO

–O lo que es lo mismo –concluyó el doctorando en letras– «para convicción de los incrédulos y comodidad de los caminantes». Esta fuente está aquí para que se refresquen los caminantes como nosotros. Así que bebamos en homenaje al señor Pignatelli».

[ En Aquellos días de luz y palabras (2013) de Víctor Juan]

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